Durante esta semana he leído en Expansión que el empresario leonés, afincado en Galicia desde hace años, Amancio Ortega, acaba de ser relegado por Warren Buffett como el tercer hombre más rico del mundo.
Y es que no escribo este post, para hablar de las cuentas de resultados del Grupo Inditex, ni tampoco de la trayectoria profesional desde aquellos comienzos allá por 1975. Escribo este post por la lección que nos da D. Amancio Ortega respecto a la gestión discreta de su marca personal.
Como ejemplo, el riguroso silencio que se ha seguido desde la familia en el nacimiento de su cuarto nieto en A Coruña.
Esto me hace recordar algo vivido en primera persona, durante una de las ediciones del campeonato hípico internacional que anualmente se celebra en las instalaciones de Casas Novas, cercanas a la ciudad de A Coruña y propiedad de Ortega.
Un amigo y empleado del Grupo me invitó a mi y a los míos a disfrutar de una tarde haciendo algo diferente. Durante la estancia en las instalaciones, mi amigo se dirigió a mi indicándome la presencia próxima a nosotros del dueño del imperio.
Me dijo: «Mira, está en ese grupo de personas!»
Ese grupo de personas formaba un círculo, lo fui recorrriendo con la mirada uno a uno, hasta encontrar al magnate. Fue la última persona a la que miré en ese grupo. Camisa blanca, jersey arrojado sobre un hombro como si lo llevase por llevar, pantalón de pinzas y una actitud campechana. La misma actitud que demuestra ante los medios. Cualquiera de los miembros que le acompañaban, eran superiores a él en apariencia, por no hablar de la media de asistentes al recinto.
Creo que con los tiempos que nos está tocando vivir, Amancio Ortega nos está mandando un mensaje encubierto con su actitud, y es que dediquemos menos tiempo, en aparentar o en estar pendiente de la gente que no nos importa, y nos dediquemos a intentar escribir nuestros caminos desde el sufrimiento. el trabajo y aprendiendo desde abajo. Un cambio cultural que nos obliga a trabajar a largo plazo, sin milagros y sin protagonismos. Y si no para ejemplo, su hija Marta Ortega, que sí ha decidido seguir los pasos de su padre, pero los ha empezado a seguir doblando camisetas en una tienda del Grupo, en Londres.
Este cambio cultural es fundamental para cambiar las cosas. Y este cambio cultural, por circunstancias, lo tengo asumido desde muy joven.
Lectura recomendada, «Inditex, un consejo fiel reflejo del carácter de Ortega». Cinco Días.
Foto, blog.gonway.com