Ojo a la salud del deportista de élite

Todos los que me conocen saben de mi relación con el mundo del deporte, dividida en hasta cinco vidas diferentes, tres de ellas continúan en la actualidad: tenista y windsurfista aficionado, inversor SPORTSTECH y padre (asocial) de canterano.

Soy un fiel defensor de la prevención sanitaria en el mundo del deporte utilizando la tecnología disponible, alguna vida hemos salvado ya desde 2014.

Y es que el mundo del deporte profesional vive una deriva peligrosa, en donde la salud del deportista está en segundo lugar, priorizando los balances y las cuentas de resultados de los inversores de una industria insaciable.

A principios de este mes, leía el artículo del Dr. José Gonzalez “Estadías diseñadas por economistas y no por especialistas”, donde el Doctor subraya cómo las pretemporadas, en antaño rigurosas y estructuradas, se han convertido en giras lucrativas, pero menos preparadoras. Remarca con crudeza la sustitución del trabajo físico serio por viajes agotadores y partidos promocionales, lo que denomina «anti-pretemporada», generando fatiga y predisposición a lesiones tempranas.

Si hacemos un análisis rápido de las pretemporadas en el fútbol, por ejemplo, en los últimos 20 años, período 2005-2025:

Vemos un tramo con estructura clásica que llega hasta 2010: Las plantillas regresaban a finales de julio para dos semanas intensas de trabajo físico, a veces con hasta tres sesiones diarias, en recintos tranquilos. Seguían partidos amistosos locales -trofeos veraniegos- y luego arrancaba la temporada. El objetivo era evidente, garantizar adaptación física, cohesión de grupo y preparación atlética sin distracciones exteriores.

En la década de 2010-2020 se produce una deslocalización creciente, priorizando las giras globales; atendiendo sólo al fútbol español, Real Madrid o Barcelona optaron por giras por Estados Unidos; el Atlético, por Corea o México. Se antepone el marketing global al acondicionamiento físico.

Esto supone la generación de una fatiga acumulada: Entrenar entre partidos, largos vuelos y jet-lags sin tiempos claros de recuperación genera fatiga crónica. Los médicos comienzan a alertar de la «desestructuración de la pretemporada», pérdida del “efecto protector del entrenamiento” y escasa individualización preventiva.

En 2020, la pandemia provocó cancelaciones de giras y pretemporadas estrictas, algunas sin apenas preparación atlética o amistosos. Esto evidenció la desigualdad entre clubes: Mientras algunos disputaron varios amistosos, otros apenas tuvieron uno. Algunas pretemporadas fueron minimalistas.

En la actualidad, el calendario está saturado: FIFA aumentó competiciones como la Champions, Club World Cup y Eurocopa, incrementando partidos y viajes. Pero hagamos un análisis de la evolución de las lesiones, desde las más graves (fracturas) a las musculares.

En la temporada 2023-24 hubo un 32% más de lesiones respecto al curso anterior. El número de lesiones en grandes ligas europeas subió un 4 % en promedio.

Llama la atención el aumento significativo de rupturas de ligamento cruzado en liga española y europea. En 2023-24 se registraron varias en la última jornada, mientras que el promedio histórico era de 11 por temporada entre 2010 y 2020.

Pero el incremento alarmante viene en las lesiones musculares, una pandemia silenciosa: Las lesiones de isquiotibiales se duplicaron entre 2000 (12 % del total) y 2021 (24 %) y los días de baja también se duplicaron. La causa principal se asocia al incremento de intensidad, aceleraciones y esprints sin adaptación específica, y al alargamiento de las temporadas. Entre 2001-2009, el 31% de las lesiones fueron musculares; de ellas, el 92% afectaron grupos musculares mayores: isquiotibiales (37%), aductores (23%), cuádriceps (19%), gemelos (13%). Una plantilla promedio de 25 jugadores puede esperar 15 lesiones musculares por año. El riesgo de recaída muscular es elevado y tarda más en recuperarse; un 16% de lesiones musculares recaen.

El incremento anual de lesiones de isquiotibiales ha sido del 4% por temporada en clubes élite europeos; el cansancio limita la respuesta muscular.

En 2022, las lesiones en el muslo representan el 17% de las lesiones totales; las articulares, sobre todo rodilla y tobillo: los esguinces de tobillo (20-30% de las lesiones) y lesiones de rodilla (15-25%). En la pretemporada predominan lesiones en tobillo (59 %), mientras que en competición la rodilla toma protagonismo (30%).

Entre el 27 y el 33% de las lesiones se deben al sobreuso y acumulación sin recuperación adecuada. Aproximadamente el 12% de las lesiones en fútbol profesional son recaídas, con un riesgo de lesión 4-7 veces mayor en jugadores con antecedentes.

Las contusiones representan el 10% de las lesiones; las tendinitis (rotuliana, Aquiles) son frecuentes por sobrecarga.

La fragmentación de la pretemporada -viajes, partidos y ausencia de trabajo riguroso- hace que el entrenamiento pierda su capacidad protectora. A más horas de juego y competición, más lesiones.

En LaLiga 2024-25, múltiples lesiones tempranas afectaron a Ter Stegen, Pedri, Araújo, entre otros

En la Premier League, el 24% de lesiones fueron de isquiotibiales en 2024-25, con tiempos de recuperación prolongados (más de 30 días) y se culpa al calendario sobrecargado

Todo esto no hace más que evidenciar que las últimas dos décadas, el modelo clásico de pretemporada estructurada ha cedido paso a la “anti-pretemporada” que apuntaba el Dr. González en su artículo, dominada por intereses económicos, giras globales y reducción de tiempo físico real. Esta evolución ha ido acompañada de un incremento dramático en lesiones musculares, sus recaídas y tiempos de recuperación cada vez más largos.

Sin un replanteamiento del calendario, una real estructuración del entrenamiento previo y una mayor protección médica e individual utilizando la tecnología disponible – SPORTSTECH- el fútbol de élite avanza peligrosamente hacia una sinfonía de lesiones que puede truncar trayectorias, dañar carreras y empobrecer el espectáculo.

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